En septiembre se
cumplió el primer aniversario del programa “Razón de Estado”, un espacio en el
que se ha buscado dar un aporte a la claridad, a la denuncia, a la exposición
de todo aquello que pueda ser motivo de interés ya sea para promover o frenar
el desarrollo del país y que esto nos permita formar el criterio adecuado para
que sepamos cuándo actuar de determinada manera.
La dimensión del
aporte que se puede brindar no se mide en la soledad de lo que se entrega, mas
bien en la suma que hace al resto de esfuerzos que se están haciendo por
contribuir en la misma causa, la cual en este caso es la de construir una mejor
nación.
Ante un país que
pareciera desmoronarse cual libramiento por el paso de una ciudad, Guatemala se
resquebraja ante la falta de oportunidades, la incapacidad por detener el flagelo
de la desnutrición, la falta de educación y la pobreza extrema, la necesidad de
ir sumando esfuerzos a favor no solo de detener lo malo, sino proponer hacia lo
bueno es más que indispensable.
La coyuntura que atraviesa
el país demanda imperante atención hacia diversos sectores. Hoy algunas personas que figuraron en las
boletas de elección como candidatos se encuentran detenidos por la justicia a
la espera de procesos y resoluciones por acusaciones a delitos cometidos. Triste
y vergonzosa realidad que los guatemaltecos hayamos y sigamos siendo expuestos
a elegir entre personas que abiertamente están ligadas a la corrupción y el narcotráfico. Pero eso no puede ni debe continuar así: hay
que seguir haciendo compromisos de nación que, sin bien no pretenden que todos
tengamos un mismo pensamiento, si se requiere que persigamos objetivos comunes
de cambio y mejora.
El pueblo ya no
puede seguir a expensas de un sistema de justicia que, además de lento, adolece
de la transparencia necesaria para confiar en que los procesos se estén
realizando adecuadamente y que la justicia se esté impartiendo como
corresponde. Guatemala ya no puede
seguir dependiendo de un grupo de persona que a través de su curul en el
congreso interpongan sus ambiciones e intereses personales por los de toda una
nación. La nación ya no puede seguir
tolerando un presidente más que se burle de todos y siga jugando a hacer gobierno. Ya no más.
Es tiempo de establecer
compromisos a favor de la democracia. Una democracia que brinde y propicie un
estado de derecho en el que a cada uno se le de conforme a sus acciones y que
las oportunidades ya no estén enmarcadas bajo el título de la exclusividad de
un grupo minoritario pero poderoso que las ha capturado.